Pero, dicho esto, magnánimo es Dios, que también en su soberanía, y gran amor, no ha querido ser indiferente a la voluntad del hombre. En este sentido, Dios planificó la muerte de Cristo antes de la fundación del mundo, porque precisamente sabía que el hombre voluntariamente iba a pecar contra sus mandamientos; y es por ello que, en Pero la voluntad de Dios es que las superemos para ser la mejor posibilidad de uno mismo y lo sepamos compartir con los demás. Por tanto, nada de paralizarnos en la culpa y más actuar con agradecimiento ante el perdón amoroso de Dios. Vivamos una vida cristiana conscientes de la cantidad de regalos que Dios nos hace ¡cada día!.
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